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Alfonso García-Moncó, experto en derecho financiero: “Yo a de lo Trump no lo llamo ‘Liberation Day’, sino ‘Aggression Day’”

No son nuevas. Las guerras comerciales han existido desde la época de Marco Polo, un mercader que vivió en el siglo XIII y al que relacionamos con la Ruta de la Seda, la más famosa del mundo, con caminos comerciales que unían China con Asia Central, el Medio Oriente y Europa.
“Son consecuencia del libre comercio internacional”, asegura el catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de Alcalá, Alfonso García-Moncó, que contempla con preocupación la polvareda económica generada, otra vez, por el presidente norteamericano en los últimos días.
Conversamos sobre la política de aranceles impuesta por Donald Trump que ha sacudido el espacio económico mundial. En las últimas horas hemos visto un nuevo giro: una pausa en las intenciones del empresario que ahora por segunda vez dirige el destino de aquel país, condicionando al resto del mundo.
Se habla de guerra comercial, pero el concepto no es nuevo
Guerras comerciales ha habido siempre pero no con esta magnitud ni con carácter general. Lo que es completamente nuevo es que la subida de aranceles que plantea Donald Trump sea para todos los Estados, absolutamente, y además en la cuantía en que se quieren aplicar.
Una de las guerras comerciales más importantes fue la que sostuvo el Reino Unido con la Unión Europea por el Brexit y que ha sido totalmente perjudicial para aquel país. Allí se han dado cuenta ya de que les ha producido muchos más perjuicios que beneficios. Toda su mercancía ahora, cuando viene a la Unión Europea está sometida a aranceles.
Es un claro ejemplo de guerra comercial ineficiente. Soy totalmente contrario. Los efectos son siempre malos o muy malos a la larga para todos porque no hay medidas sin contramedidas.
Lo probable es que la Unión Europea y China adopten medidas muy duras contra Estados Unidos que acaba de perder un mercado de 1.500 millones de personas, solo en China, más los 400 millones de clientes en Europa.
El Brexit suena cercano, pero ¿qué ejemplos tenemos en siglos como el XIX o el XX?
En el siglo XX, el nacimiento de la Unión Europea tuvo entre sus objetivos la supresión de los aranceles. Eso se debía a los constantes enfrentamientos entre Francia y Alemania, también con Italia.
No podemos obviar tampoco las tres guerras comerciales iniciadas por el Reino Unido para introducir en China el consumo del opio que producía en la India, a finales del siglo XIX.
¿Tienen sentido los aranceles?
Ninguno. No lo ha tenido ninguna de las guerras comerciales. En 2019 escribí un libro titulado Las guerras comerciales: consecuencias económicas, jurídicas y fiscales, coincidiendo con la primera oleada general de Donald Trump de subida de aranceles.
No es la primera vez, pero en aquel entonces la llegada de la COVID-19 paró todo el proceso. Los sufrió en particular a España y le causó un gran perjuicio en cuanto al vino, el aceite o la aceituna de mesa, entre otros.
Fue una guerra también contra China que reaccionó de varias maneras. Lo hizo por ejemplo devaluando el yuan para competir. Además, no hay que olvidar que China es la principal potencia tenedora de bonos norteamericanos. Los compró de forma masiva durante la crisis anterior.
En estos casos siempre hay efectos colaterales e inesperados. Se producirán perjuicios en el libre comercio internacional y, como consecuencia de ello, baja de la actividad económica, subida de la inflación y de los tipos de interés.
¿Le sorprende que Trump haya repetido estrategia en el nuevo mandato?
Lo que me sorprende es que Donald Trump haya cambiado de discurso. Siempre fue muy contrario a los impuestos y ahora le gusta mucho la palabra aranceles.
Hay que aclarar que los aranceles son un impuesto y en España ha habido mucha confusión con este concepto. Hablamos de un impuesto indirecto que recae sobre los consumidores y sobre las empresas.
Se producirán perjuicios en el libre comercio internacional y, como consecuencia de ello, baja de la actividad económica, subida de la inflación y de los tipos de interés
Por otro lado, el anuncio de un ‘Liberation Day’ -día de la liberación en su traducción- se produjo con los mercados abiertos.
Normalmente, lo más aceptado entre la comunidad financiera es que cuando se da una noticia con efectos sobre los mercados, suele hacerse con los mercados cerrados: en Estados Unidos a partir del viernes por la noche y en Asia antes de la apertura de la sesión el lunes por la mañana. Se trata de causar menos impacto.
Es entonces una estrategia deliberada
Sí, el anuncio se produjo con los mercados abiertos y con la deliberada voluntad de causar un perjuicio para presionar a la otra parte negociadora. Yo a esto no lo llamo ‘Liberation Day’, sino ‘Aggression Day’.
¿Cree que la posición de Trump persigue realmente la finalidad de ser útil a la economía norteamericana?
Creo que Trump no sabe muy bien cómo funcionan los aranceles, pero es evidente que lo utiliza como arma geo estratégica para presionar a otros países. Pero claro, en esto hay que saber mantener muy bien el pulso porque puede ser contraproducente.
El anuncio se produjo con los mercados abiertos y con la deliberada voluntad de causar un perjuicio para presionar a la otra parte negociadora
Fíjese en la diferencia con la postura de Ursula Von Der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea. Trata de negociar y de adoptar medidas proporcionales, pero que no sean tan perjudiciales como las que puede provocar sobre el comercio internacional la actitud de Donald Trump.
Es mucho más moderada, sensata, equilibrada y seria la postura de la Unión Europea. Este impuesto afecta al consumo y al final lo vamos a soportar todos.
¿Cree que Trump tensa la cuerda hasta donde puede para luego recular o que en esta cuestión será absolutamente imprevisible?
Creo que está haciendo lo que sabe hacer. Tiene un libro que se llama El arte de negociar y cree que es como puede hacerlo mejor, pero es que todo esto es muy difícil de controlar.
Por dar un dato: ahora se ha constituido una región de libre comercio entre China, Japón y Corea del Sur. Han acordado bajarse los aranceles para no tener que comprar mercancía a Estados Unidos. Trump se puede encontrar con que no tenga tantos productos a los que aplicar el arancel porque todos los demás se van a dedicar a buscar otros mercados.
Trump se puede encontrar con que no tenga tantos productos a los que aplicar el arancel porque todos los demás se van a dedicar a buscar otros mercados
Es un empresario comerciante y cree que puede actuar en política internacional de la misma forma.
En esa actuación deliberada, ¿puede haber más consecuencias en las bolsas?
Sí, él tiene esa actitud: aunque haya perjuicios, piensa que a la larga será mejor para él. Los anglosajones dicen aquello de no pain, no gain, es decir, sin dolor no hay ganancia, pero claro, los mercados son difícilmente controlables.
Lo que ahora está provocando es una inestabilidad financiera que si se prolonga en el tiempo puede llevar a una crisis económica. Ya ha pasado en otras ocasiones: es tal la inestabilidad que se produce en los mercados sobre los tipos de interés, por ejemplo, que puede llevar a la recesión en Estados Unidos. Y se terminará trasladando a Europa.
Lo que me sorprende es que Donald Trump haya cambiado de discurso. Siempre fue muy contrario a los impuestos y ahora le gusta mucho la palabra aranceles
¿Podemos verla llegar a España?
Es algo que ya se ha producido en otras épocas, cuando parecía que era solo un problema de los mercados financieros. Al final puede terminar en una verdadera crisis económica.
¿Qué medidas puede y debe tomar España?
Se está hablando de ayudas de carácter general. Yo no creo mucho en la eficacia de este tipo de medidas.
Creo que España debe actuar a través del arancel comunitario, vía Bruselas y coordinar la reacción con el resto de países.
Después hay que actuar sobre la Organización Mundial del Comercio que está pensada para resolver estos conflictos. Ya deberíamos haber presentado alguna reclamación.
Hay que buscar tratados bilaterales con países a los que se hayan aplicado menos aranceles, por ejemplo, del 10%. Si hay que exportar productos españoles desde esos países, pues se firma un tratado. Siempre se ha hecho.
Se habla de ayudas de carácter general. Yo no creo mucho en la eficacia de este tipo de medidas. España debe actuar a través del arancel comunitario, vía Bruselas y coordinar la reacción con el resto de países
Después creo mucho en el trabajo que hace la Secretaría de Estado de Comercio, las agregadurías comerciales de las embajadas y el Instituto de Comercio Exterior. Me imagino que estarán trabajando a todo ritmo para buscar acuerdos con otros países y nuevos mercados.
Debo decir que no le conozco la voz a la secretaria de Estado de Comercio que no ha abierto la boca de momento. Es la que más tenía que hablar. Las declaraciones generales sirven para poco.
¿Debe preocuparse España por algún producto en concreto? ¿Y Castilla-La Mancha?
Fabricamos muchos componentes de automóvil que exportamos, no solo a Estados Unidos. A Castilla-La Mancha le va a afectar en el aceite y en el vino. Espero que, dada la calidad de sus productos, los importadores americanos sigan pidiéndolos, pese a los aranceles, pero es más deseo que realidad.
¿Y el ciudadano de a pie? ¿Hay razones para temer las consecuencias?
Como ya he dicho esto es en realidad un impuesto indirecto sobre el consumo, así que los aranceles supondrán subida de precios. Los consumidores sufrirán las consecuencias de la inflación en muchos productos.
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